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Diario del juicio

Todo el material aquí vertido pertenece a la Multisectorial contra la Represión y la Impunidad de Neuquén y puede y debe ser difundido.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Audiencia 1: complicidad policial

Claudio Salas en el banquillo de
los acusados - Foto Cecilia Maletti
Esta mañana, la estrategia dilatoria de la defensa del asesino confeso de Braian Hernández seguía siendo la misma. Informaron que Claudio Salas se encontraba descompuesto y que se le había recomendado reposo, pero pasadas las diez de la mañana se hizo presente la médica forense para contradecir esa postura. Minutos después se dio inicio al juicio que debía comenzar ayer, declarando en el día de hoy siete testigos policiales. Mañana declararán los niños y jóvenes que iban en el auto con Braian.


Cerca de las 9:20, el Tribunal informó a las partes que el único imputado en la causa, oficial Claudio Salas, se encontraba en la alcaidía por no sentirse bien y que aguardaba la revisación médica de la forense. Pasadas las diez de la mañana, la doctora Herrera se hizo presente y refirió que clínicamente el asesino confeso estaba en buen estado de salud como para afrontar el proceso judicial, desconcertando -según expresó el abogado Lucero- a la defensa. Minutos después se dio comienzo a la postergada primera audiencia.
Doctora Herrera, médica forense -
Foto Cecilia Maletti
El policía que fusiló a Braian Hernández ingresó a la sala tambaleando y con un cuello ortopédico -que posteriormente no le impidió moverse con total normalidad durante toda la audiencia- y al ser consultado por el juez Fernando Zvilling acerca de su interés por declarar, dijo que quería hacerlo, pero que en esta ocasión se sentía “muy mal” como para proceder.
La fiscalía pública, representada por Pablo Vignaroli, y la querella, representada por la y el abogado Angélica Acosta y Federico Egea de la agrupación Zainuco, leyeron sus respectivas acusaciones calificando los hechos cometidos por Claudio Salas como homicidio doloso doblemente agravado por haber sido cometido por personal policial en cumplimiento de sus funciones y por el uso del arma reglamentaria para este cometido, según los artículos 80 inciso 9 y 41 bis del Código Procesal Penal.
Posteriormente, se presentó el primer testigo del juicio, efectivo policial Fabio Omar Portal, quien junto a la segunda declarante del día, María Victoria Mardones, acompañaban a Salas durante el operativo en el que fusiló a Braian. El primero era el que conducía el móvil en el que se transportaban y narró que salieron en persecución de un vehículo que “se daba a la fuga” por la calle Casimiro Gómez. Coincidieron en haber sido
Fabio Omar Portal -
Foto Cecilia Maletti
apuntados con un arma que pudieron observar a la distancia por el vidrio polarizado de la luneta, argumento ya descartado por las pericias en su momento, y utilizaron casi la misma terminología para referirse a la situación emocional en la que habrían quedado al verse “amenazadas sus vidas”: él dijo haberse quedado “helado” y ella “anulada”. También coincidieron en la forma de su relato en muchos puntos.
“Cuando el vehículo pasa por enfrente del móvil veo que un arma de fuego y me quedé mirándolos. Cuando los perdí de vista, los seguí por el espejo retrovisor hasta que escuché una detonación. Por el espejo retrovisor vi a los dos oficiales detrás del auto, que ya había arrancado otra vez a alta velocidad” dijo Portal y saltó automáticamente a su llegada al auto en el que viajaban Braian y sus amigos: “estaba detenido con personas que se estaban dando a la fuga, redujimos a todos y en el interior había dos más”, expresó. “Les dije que se bajen y se bajaron ellos”, se confundió en primera instancia para enseguida corregirse diciendo que “una sola persona se bajó, lo redujimos y cuando miro al interior veo que había una persona que tenía una herida, por lo que yo vi, en la cabeza”. También mintió expresando que mientras esperaban la llegada de la ambulancia “el oficial (en relación al asesino Salas) le realizaba primeros auxilios al costado del auto”. Sobre el arma que supuestamente vio, señaló que “vi la figura del cañón que estaba apuntando hacia mí desde el asiento de atrás del conductor”, luego escuchó la detonación pero no tuvo ningún indicio para creer que el disparo había salido de allí, aunque vio a Salas con el arma reglamentaria en su mano.
María Victoria Mardones y
Claudio Salas girando su cuello
 lesionado - Foto Cecilia Maletti

Según sus declaraciones, ni Portal ni Mardones le preguntaron nada a Salas tras volver al móvil. La testigo Chandía, más tarde, dijo que él estaba muy nervioso, muy angustiado y que fue asistido por eso, pero su compañera y su compañero de móvil parecieron no haberlo advertido. Otro punto de coincidencia fue acerca de los “disparos intimidatorios” y el accionar “disparando al aire”, aunque la segunda sugirió que “el arma tiene que usarse con mucho cuidado”
“Cuando sentí que me estaban apuntando con un arma no sabía qué hacer, me quedé anulada. Me quedé mal, hasta que el oficial Salas me zamarreó. Me acuerdo poco y nada, porque no estaba bien”, dijo María Victoria Mardones, quien se mostró muy nerviosa durante toda la declaración: por momentos sonreía, temblequeaba, se le llenaban los ojos de lágrimas, parecía que contenía una verdad que le explotaba adentro, pero no la sacó, prefirió seguir siendo cómplice. “Cuando sentí la acelerada del auto no sabía si era el caño de escape o que me habían pegado un tiro”, sostuvo y volvió a aclarar que no vio caras, solo “un arma” que “la apuntaba”. Contó que entonces bajó con su arma desenfundada en la mano: “apenas me acuerdo de lo que yo hice. Les digo que se tiren al piso y me quedo con ellos custodiándolos. Después, cuando llegan más móviles, empiezan a traer a más menores”. En ningún
momento se acercó al vehículo en el que los niños y adolescentes se transportaban. “El procedimiento ocurrió muy rápido”, argumentó la mujer al ser preguntada por el abogado querellante acerca de la comunicación para coordinar cómo proceder en ese tipo de situaciones.
Guillermo Franconi - Foto Cecilia Maletti
Guillermo Franconi es uno de los policías que llegó después de cometido el asesinato, en el primer móvil que arribó al lugar tras el crimen estatal. En su declaración dijo que escucharon por la radio que se estaba realizando una persecución y asistieron: “vimos que por la puerta del conductor salían personas. No sabíamos por qué se daban a la fuga; se demoraron a unas cinco personas” y detalló que “vi el vehículo que se había dado contra un cordón, lo que producía que no pudiera seguir. La puerta del conductor estaba abierta, el asiento del acompañante hacia adelante” y dijo haber visto “un par de prendas de vestir y un arma en la parte del conductor”. Expresó que los niños y jóvenes “manifestaban que se querían ir, que eran menores, insultaban”. También sostuvo que “Salas fue uno de los efectivos que intentaba sacar al que había quedado en el interior” y que después se acercó al vehículo “con la finalidad de saber qué había pasado”.
Antes del primer cuarto intermedio, que fue dispuesto desde las 14 hasta las 15:30, declaró el policía Diego Nicolás Cerda, quien dijo que se trasladaba en su móvil junto a dos oficiales más hacia una tienda a la que habían sido enviados tras un llamado telefónico. En ese momento, contó el hombre, les avisaron que había un vehículo “que se estaba dando a la fuga”, pero no brindó mayores precisiones.
Claudio Salas - Foto Cecilia Maletti

En la segunda parte de la jornada, declaró la policía Estela María Chandía, subcomisaria, quien contó haber llegado al lugar de los hechos en que Braian fue víctima de un disparo policial por haber escuchado durante una entrevista que desde ese sitio se estaba solicitando una ambulancia. Dijo haber visto “varios oficiales”, pero no poder precisar cuántos, y que “había chicos menores demorados y un chico con una herida en la cabeza”. La mujer remarcó que el oficial Claudio Salas “me dijo algo así como ´me apuntaron y disparé´, estaba muy shockeado, así que le pedí que me entregue el arma”.  Contó que llegó la ambulancia y después “menores”, que en el momento se “aclaró” lo que había sucedido y se “preservó” el espacio. “Había algunas pertenencias: una botella de cerveza, vidrios, pero mucho no me acerqué”, declaró: “desde el lugar en que yo estaba no vi ningún arma”. Sin remordimientos, la mujer al ser consultada por los procedimientos en este tipo de situaciones sostuvo que “no hay protocolo para un caso así. Lo que hay que hacer cuando hay riesgo de vida para el policía o para un tercero es sacar el arma y
Los defensores ingresando a la
sala de la Cámara Criminal II -
Foto Cecilia Maletti
disparar” y luego se refirió a que “la calle está muy peligrosa, en el oeste hay muchas armas”. Invitada a profundizar en la idea de “sacar el arma y disparar”, Chandía se refirió al mismo “disparo intimidatorio” del que habían hablado los acompañantes de Salas, pero en este caso afirmó que “depende de la situación” disparar hacia zona letal del cuerpo puede ser intimidatorio también. Describió al auto con los vidrios bajos, las puertas cerradas y la luneta rota. Ante la mirada del asesino confeso de Braian Hernández, la mujer dijo que “Salas colaboró en todo momento, sacó inmediatamente su arma y me la entregó”.
Walter Jesús Calfuqueo fue el sexto testigo de la jornada y otro de los oficiales que llegó tras el homicidio policial, en este caso desde el área de investigación. Contó que estaba en la comisaría cuando escuchó que había un vehículo que se había dado a la fuga, se dirigió al lugar y se encontró con la escena sobre la cual Estela Chandía -declarante anterior- le dijo que Salas había emitido un “disparo intimidador”. Notó que había cuatro jóvenes demorados y acompañó al personal de criminalística a observar: “en la parte trasera del conductor en el habitáculo había un arma”, expresó aun advirtiendo que “en el lugar no había buena iluminación”. Sobre esto, la querella remarcó que en su declaración anterior él mismo había destacado que el supuesto arma estaba “en el asiento de adelante del acompañante”, pero el testigo sostuvo que la versión “real” era la actual. También expresó que el arma no fue secuestrada porque no tenía instrucción, aunque sí se llevó otro tipo de elementos. Advirtió que la luneta tenía un orificio y estaba
Claudio Salas - Foto Cecilia Maletti
“astillada”. Calfuqueo destacó, a pedido de la defensa, que en el barrio “son reticentes a la presencia policial”.
El último testigo de esta primera jornada fue Jacinto Herrera, otro de los policías que concurrió al evento del 19 de diciembre en el barrio Cuenca XV. Dijo que vio el auto con la luneta rota y la puerta del lado del acompañante abierta. Que con una linterna alumbraron el interior y “vimos un arma” en “el asiento del conductor, atrás, en el piso” y remarcó que el auto quedó con custodia policial “a la distancia”. Sostuvo no haber visto en ningún lado a Salas. Para finalizar, opinó que si un policía emite un disparo hay que “sacarle el arma, tranquilizarlo y sacarlo de la situación, llevarlo a la policía, al hospital o al lugar en el que pueda estar más contenido”, actitud que no toman ante ninguna persona que delinque sin pertenecer a la fuerza.
De izquierda a derecha: fiscal Pablo
Vignaroli, doctor Federico Egea,
doctora Angélica Acosta y
Elyzabeth Hernández - Foto
Cecilia Maletti
Los abogados defensores Gustavo Lucero y Nahuel Urra pusieron gran parte de su énfasis con casi todas y todos los testigos en destacar el “contexto” del barrio Cuenca XV y del oeste en general, promoviendo la misma estigmatización que hace que hechos criminales como el asesinato de un niño o de un joven de determinado sector social no sean “tan mal vistos” por gran parte de la población.
Mañana a partir de las nueve continuarán las audiencias y está previsto que declaren los jóvenes que viajaban con Braian Hernández cuando Salas lo fusiló. El juicio está desarrollándose en la Cámara Criminal II, ubicada en Irigoyen 177; la multisectorial contra la represión invita a todas y a todos a acercarse para brindarles su apoyo.


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